EL NUEVO APÓSTOL DEL ROCK

 

Viernes, 2 de Abril de 2.004, 22:30 Horas, Sala La Mirona, Salt (Girona).

 

Hoy nos toca ver a un grupo de rock de Bilbao, un tal Fito acompañado de los Fitipaldis.

Para ir entrando en calor saboreamos una copa mientras comentamos nuestras dudas respecto a cómo será el recital, una típica estampa pre-concierto.

El desmontaje del escenario tras finalizar el repertorio del grupo telonero Ass Trio, nada que ver con el rock, y las posteriores pruebas de sonido hacen interminable la espera.

Por fin  y pasadas ya las doce de la noche aparecen en el escenario Fito Cabrales (voz, guitarras varias), Batiz (guitarras), Roberto Caballero (bajo), Javier Alzola (saxo, coros, pandereta, idiófono, etc.) y Fernán Irazoki (batería). El griterío y los aplausos ensordecedores dan a entender que para el público que llena la sala no parecen ser desconocidos, más bien todo lo contrario, unas grandes estrellas del rock.

Arranca el concierto con un homenaje al rock and roll clásico, contradictoriamente su título es Vamos a Parar. Pero muy al contrario aceleran seguidamente con un tema muy “secreto”, fruto del famoso coctail cuyos ingredientes imprescindibles son el desengaño y el alcohol.

Ahora sí, parece que ya empiezo a entender de qué va este espectáculo, es una banda de primera fila y su calidad se percibe en cada nota que brota de los altavoces. La atmósfera se tiñe de Cabras Mecánicas y por supuesto la Luna hace su aparición.

Creí que me había equivocado con este concierto, luego pensé: yo estoy bien aquí, entre la nube de gente que corea los temas desde la primera hasta la última estrofa como si fueran clásicos dentro del panorama nacional, ni un verso permanece en las gargantas de los cientos de asistentes.

Pero, ¿de dónde provienen esos cantos de sirena? Es la tentación apoyada en la barra de enfrente. ¡Ven hacia mí, esta noche puedes ser feliz...! Demasiada atracción para un corazón débil, no es el roce de la copa en mis labios lo que hace aumentar la temperatura, y por ende enrojecer mis orejas. Yo le doy mi querer al querer aunque la penitencia sea alta. El demonio a mi derecha y a la izquierda un angelito. Mar i sal unidas sin mesura, ¡evidentemente la elección acarrea un buen castigo!.

Las canciones se suceden, las púas continúan saltando del tablado, la sombra de Mark Knofler recorre el escenario y el whisky corre por mis venas, ¡qué divertido!. 

La noche es clara y el ombligo de la Luna se manifiesta iluminando los sueños locos. Un anciano y marchito soldadito marinero (sensacional desenlace de Fernán) se asoma a contemplar la gala. La nostalgia surge cerca de las vías  al abrigo de unas tremendas acústicas, ahora la banda nos pone el vello de punta.

La función continúa su itinerario entre cambios y más cambios de guitarras cuando inesperadamente Fito descuelga la suya y la cede a un espectador improvisando así un quinteto un tanto excepcional. Tras este pequeño momento en el que Fito se gana al público y el espontáneo sus minutos de gloria vuelven a sucederse los diferentes estilos y cambios de ritmo, que se ejecutan con una sincronía perfecta.  ¡Estamos muy a gustito!. Lo mismo interpretan un flamenquito que un soul con alegría, lo mismo sale a escena una guitarra española que una slide, lo mismo...

Sssssssshhhhhhhhhhhh!!!!!!, ¡cambio de planes!, ahora la ruta a seguir es Sevilla-Bilbao. Un duelo fraternal entre Fito y Batiz se convierte en puro arte, donde los floretes dejan paso a las guitarras tirando en busca del tocado del público. El Gurú más feo del mundo (como él mismo se autocalifica) tiene una virtud con la slide en sus manos que sólo es equiparable a su propia altura. Roberto, Javier y Fernán se apuntan también al viaje.

Proseguimos la travesía bajo un entorno policial, Y yo, y yo, y yo... ya estoy aquí otra vez, en la orillita del "bar", sospecho que mañana el espejo volverá a reflejar los ojos de serpiente propios de una noche alegre, pero mientras me aguanten los huesos...

El whisky "barato" apaga la sed de los presentes aunque alguno se haya tomado al pie de la letra la segunda canción, es muy joven pero creo que ha aprendido la lección, y sino el tiempo es un buen maestro.

Ahora Fito está más Rebelde que nunca, está en la avenida de la fama y ha escogido la senda adecuada, el camino del trabajo bien hecho, rodeándose de grandes profesionales y sin escatimar canciones al respetable.

¡Vámono!, de eso nada, era sólo un "pis".

Un tema de más de 11 minutos de duración da lugar al lucimiento de la banda, curiosamente no tienen nada que decir.

Tras hora y media larga de concierto, 1 bis  y más de veinte temas a sus espaldas llega la última canción.

¡Un regalo de Fito y Fitipaldis para mi pobre corazón!.

 

¡QUÉ DIVERTIDO!
 

Abril-2004

 

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